Queridos revisores de revistas
peer review…
Me gustaría dirigirme a vosotr@s
que, de forma altruista dedicáis vuestro tiempo libre a la lectura y corrección
de artículos de las diferentes revistas para las que colaboráis. El motivo es que soy conocedora
de primera mano del esfuerzo que realizáis para seguir nutriendo la producción
científica en materia de cuidados, pues colaboro como revisora en distintas publicaciones, como
Archivos de Bronconeumología o la Revista de la Asociación Española de
Enfermería del Trabajo.
Reconozco y admiro vuestra
labor pues ser revisor no es una tarea fácil; requiere de unos amplios
conocimientos sobre la temática del artículo a revisar, así como un bagaje como
autor de distintas publicaciones, nociones sobre metodología de la investigación
y lectura crítica de artículos. A ello hay que añadir que se trata de una labor
altruista en la que la capacidad de síntesis y concreción es crucial para que
los futuros autores sepan plasmar las sugerencias en sus trabajos.
Sé que publicar supone muchísimo esfuerzo
y dedicación, no solo para plasmar en un artículo el trabajo de meses o años,
sino también para pasar los interminables filtros que presentan las revistas
científicas de enfermería con las revisiones peer review. Y lo sé porque lo
vivo en mis propias carnes y a lo largo de estos años, he tenido todo tipo de
experiencias a ambos lados de la barrera del proceso de publicación: ¡como
autora y como revisora!
Como autora, creo que una de las anécdotas
más divertidas es cuando contraté a una traductora norteamericana (enfermera a
su vez) para que revisara un artículo que quería publicar en una conocida
revista peer review de una Asociación norteamericana. Una vez finalizada la
revisión, envié el artículo a la revista y, cual fue mi sorpresa, cuando se
consideró rechazado por errores en el idioma inglés! Rápidamente contacté con
la traductora profesional, quien no podía creer que desde una revista le
dijeran que no sabía hablar su lengua materna siendo norteamericana y traductora
profesional, además de desconocer el lenguaje científico de los cuidados siendo
enfermera!
En aquella ocasión, los revisores
incluso incluyeron correcciones en frases y la traductora norteamericana insistía
en que esas correcciones no eran correctas y habían sido realizadas por
no-angloparlantes… De hecho, se negaba a materializar esas correcciones en el
artículo.
Como conclusión, la recomendación
de la revista era contratar su propio servicio de traducción, si bien eso no
garantizaba la publicación del trabajo y la cifra ascendía a varios cientos de
dólares, al considerar que la temática y el artículo eran muy interesantes para
la enfermería y merecía ser publicado.
¡Os podéis imaginar qué lío
después de años de trabajo y una tesis doctoral!
En relación a este caso, a los autores
os lanzo una pregunta: ¿Es preferible modificar el artículo aunque las correcciones
de los revisores no sean correctas o no publicar tu trabajo en esa revista? Qué
gran dilema…
Y a los revisores, entre los que
me incluyo, una recomendación: por favor, seamos cautos y respetuosos con los
trabajos de nuestros compañeros. Hagamos solamente las recomendaciones de las
que estemos totalmente seguros y concretando aquellos aspectos que realmente deben
ser modificados desde un punto metodológico para que el artículo realmente
tenga el valor que merece. No seamos ridículos con las recomendaciones; seamos
constructivos y conscientes del valor y la evidencia científica de la investigación
en cuidados.
¡Muchísimas gracias!